Yazmín Lope
La noche salió al patio. Una jarra de lluvia en la mano derecha y dos paños de algodón en la mano izquierda sobre el pecho. Levantó la mirada hacia la luna redonda, de falda corta y rodillas sucias. La noche dejó en el suelo la jarra y mojó los paños. Los exprimió, sacudió y comenzó a limpiar las mejillas de la luna. Los perros del vecindario apenas ladraron.
Una nube sentada en el hornote entrelazó las piernas y sonríen como sonríen las luciérnagas después de amar.
La noche mojó, exprimió, sacudió y limpió una vez más tras de otra vez más. Sin respiro, sin descanso, hasta que la luna quedó con el rostro dominguero que tienen las niñas la llegar a misa.
La noche sacó un espejo de la bolsa de su vestido y lo puso enfrente de la luna. Desde entonces, la luz de la luna llena es como dos lunas y fresca como agua de lluvia.
(Para mi hija Yazmín, en su cumpleaños)