miércoles, 17 de diciembre de 2008

Fragmento 9. Luz de luna llena

"Cuéntame por qué la luna llena brilla más"
Yazmín Lope


La noche salió al patio. Una jarra de lluvia en la mano derecha y dos paños de algodón en la mano izquierda sobre el pecho. Levantó la mirada hacia la luna redonda, de falda corta y rodillas sucias. La noche dejó en el suelo la jarra y mojó los paños. Los exprimió, sacudió y comenzó a limpiar las mejillas de la luna. Los perros del vecindario apenas ladraron.
Una nube sentada en el hornote entrelazó las piernas y sonríen como sonríen las luciérnagas después de amar.
La noche mojó, exprimió, sacudió y limpió una vez más tras de otra vez más. Sin respiro, sin descanso, hasta que la luna quedó con el rostro dominguero que tienen las niñas la llegar a misa.
La noche sacó un espejo de la bolsa de su vestido y lo puso enfrente de la luna. Desde entonces, la luz de la luna llena es como dos lunas y fresca como agua de lluvia.

(Para mi hija Yazmín, en su cumpleaños)

Fragmento 1. Conrado, El Palabrero

Conrado mira el montón de palabras que Elena dejó sobre el mostrador. Toma una al azar. Olor fuerte de pitahaya descompuesta. Afuera, el sol de mediodía ilumina la calle. Varios silencios, uno detrás de otro, transitan bajo tanta luz.
Elena cumplió su promesa de traerle las palabras que le molestan al hablar. Conrado cumplirá su promesa de repararlas. Durante la semana las tendrá en su taller. Baños con lejía, serenado con luna, secado al sol, golpecitos aquí y doblez de este lado. Por último, esencia de canela para algunas, de menta para otras y miel para todas.
Los silencios, uno detrás de otro, entran al taller, se detienen junto al mostrador. Conrado los mira y admira la luminosidad de sus ojos, la negrura de sus pestañas. Abre un cajón y saca tres envoltorios. Los mete en la bolsa de papel que el silencio mayor abre con sus delgadas manos. Los silencios salen presurosos y ruidosos a la calle.
“Hoy es sábado, día de cantina, en la noche volverán por más”, pensó Conrado, antes de comenzar a pulir la última de las palabras que le dejó el padre Cosme después de la misa del domingo por la tarde.

Noticia del Editor

Pedro, a quien llamo El Historiante, es un albañil que construye casas y edificios. Desde niño soñó historiar piedra sobre piedra un pueblo. Encontró los primeros fragmentos de las historias de San Juan de las Maletas Frías en lugares comunes y tiempos corrientes: parques, diálogos entre comadres, cantineros, maestros de escuela, locutores, sueños de niños, páginas de periódicos, carteles, carteleras y cartelones, recados, chateos, telegramas, libros y en un etcétera sin fin. Reunió los fragmentos, contradictorios algunos, y decidió entregarse a reconstruir los edificios de la historia de Juan y del pueblo que fundó.
El trabajo no ha concluido, asegura. Confía en contar con tiempo para contar el tiempo vivido hasta ahora por San Juan y sus habitantes. Confía también en que otros, después de leer Las Historias de San Juan de las Maletas Frías, continuarán su trabajo “a la manera de ellos”.
El Editor

 
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